Zárate, este fin de semana largo – Con el corazón puesto en el servicio y los brazos dispuestos a trabajar, la Cámara Pastoral de Zárate movilizó a un grupo de 24 voluntarios hacia Bahía Blanca, una ciudad golpeada por la furia de la naturaleza. Allí, donde el temporal dejó huellas de dolor, estos anónimos llevaron consigo no solo herramientas, sino también solidaridad, consuelo y una luz de esperanza.
Manos que reconstruyen, corazones que sanan
En medio del caos, los voluntarios se adentraron en el Hospital Interzonal Dr Jose Penna de Bahía Blanca, un lugar que, más que paredes, alberga historias de lucha. Con determinación, removieron el barro que intentaba opacar la esperanza, limpiaron cada rincón y devolvieron el orden a espacios que pronto volverían a ser refugio de sanación. Pero su labor no se limitó a lo físico: abrazaron, escucharon y acompañaron a quienes, entre escombros y pérdidas, necesitaban saber que no estaban solos.
Un país que se levanta unido
“Las iglesias evangélicas se convirtieron en faros de ayuda, y junto a voluntarios de toda Argentina, demostramos que el amor vence al desastre”, compartió emocionado uno de los integrantes de la misión. La tragedia no distingue creencias ni fronteras, y en respuesta, la fe se transformó en acción.
La Cámara Pastoral de Zárate quiere expresar su más profundo agradecimiento a todas las iglesias evangélicas de la ciudad, cuyo apoyo fue vital. Gracias a sus donaciones de alimentos no perecederos, artículos de limpieza, higiene y recursos económicos, fue posible llevar alivio a quienes más lo necesitaban.
Una reflexión que nos une
“Somos todos argentinos y cuando una ciudad se duele todos nos dolemos con ella”, afirmó el líder de la misión, con voz firme pero llena de emoción. “Esta experiencia nos recuerda que, en los momentos más oscuros, la solidaridad es el puente que nos lleva a la luz. Juntos, no hay carga que no podamos sobrellevar.”
Como bien lo enseña la Palabra en Gálatas 6:2: “Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” Hoy, Bahía Blanca sabe que no está sola. Y Zárate, una vez más, demostró que el amor al prójimo no conoce distancias.

