COLUMNA DE OPINIÓN: por Eduardo Rivas
Implosión controlada: un nuevo monobloque nace en el HCD
Ayer por la mañana, el Concejo Deliberante de Zárate vivió una nueva escena del teatro político local: María Alejandra Berni rompió con el bloque de Unión por la Patria y anunció la conformación de su propio monobloque, ‘Zárate al Futuro’, en lo que parece ser menos una definición política que un guiño marketinero a la estética de Kicillof.
No hubo explicaciones. Ni institucionales, ni políticas, ni personales. En silencio, Berni abandonó el espacio con el que llegó al Concejo hace menos de dos años, y con el que supuestamente compartía proyecto, programa y conducción.
El misterio de la banca itinerante
Este no es el primer quiebre protagonizado por Berni. Ya había desentonado cuando avaló el Presupuesto propuesto por el oficialismo, desmarcándose de la postura opositora de su bloque. En ese entonces, tampoco explicó los motivos.
Y ahora, una vez más, se va sin irse del todo: mantiene la banca, accede a representación, y asegura presencia en comisiones. El silencio de Leandro Matilla, titular del bloque Unión por la Patria, tampoco ayuda. ¿No pudo contenerla? ¿No quiso? ¿O simplemente forma parte del guión no escrito que garantiza gobernabilidad a través del desgano opositor? ¿Puede seguir conduciendo un bloque que no conduce?
El nuevo juego de Matzkin: disolver por dentro
En www.principedelmanicomio.ar, ya se ha advertido sobre la estrategia encubierta del oficialismo de Matzkin: no confrontar, sino absorber lentamente a los opositores, cooptarlos, dividirlos, ofrecerles poder simbólico a cambio de obediencia silenciosa.
Este movimiento de Berni favorece claramente al Ejecutivo. En un Concejo donde el oficialismo ya cuenta con mayoría automática, la fragmentación de la oposición lo exime de cualquier negociación real.
Y no se trata solo de votos. Se trata de la legitimidad del sistema de representación. Si los concejales cambian de bloque como quien cambia de bar, ¿para qué se hacen elecciones? ¿Para qué hay partidos?
Monobloques, más sillas, más cargos
Armar un monobloque en Zárate no es un gesto de independencia, sino una estrategia para ampliar los espacios de poder internos sin pasar por las urnas. Los monobloques acceden a representación en comisiones, a cargos dentro del Concejo, a voz en la Comisión de Labor Legislativa y, por supuesto, a partidas presupuestarias propias.
Como señala el artículo 12 del Reglamento Interno, los bloques tienen derecho a integrar comisiones proporcionales a su número. Y como el artículo 26 establece que los presidentes de bloque integran la Comisión de Labor Legislativa, cada nuevo bloque es una nueva llave para entrar en esa cocina de decisiones.
Hoy, el 57,1% de los bloques del Concejo Deliberante de Zárate son monobloques. Y cada uno de ellos implica más cargos, más viáticos, más recursos, más representación.
Travestismo político
Este es el segundo caso de travestismo político que se vive en el Concejo Deliberante local en menos de un mes.
Primero fue Eduardo Finkel, quien pasó del equipo gubernamental oficial al muleto. Ahora es Berni quien se desprende del bloque ‘opositor’ (guiño guiño) para hacer su propio monobloque, basta esperar ver sus votos en las sesiones para que se devele su juego. Al igual que Natalia Blanco, presidente del Bloque de Concejales del oficialismo, el presidente del Bloque de Concejales de Unión por la Patria Leandro Matilla no asumió la responsabilidad política propia de no haber contenido a quien encabezó la lista que el propio Matilla integraba, en el seno de su bloque.
La larga sombra de las licencias y los sueldos sin control
Berni, además, tuvo un arranque de mandato peculiar: acumuló varias licencias en los primeros meses. Oficialmente, no se brindaron explicaciones. Off the record, se dice que fue para tramitar una jubilación desde su anterior cargo en ANSES.
La falta de transparencia se repite en muchos casos: dietas generosas, sesiones con ausencias crónicas, como ya hemos venido detallando en nuestras investigaciones anteriores sobre la ausencia de control sobre los concejales.
¿Por qué nadie fiscaliza el cumplimiento del trabajo legislativo? ¿Por qué no hay rendiciones públicas de los viajes, las ausencias, las licencias, los ingresos complementarios? ¿Quién controla a los que deberían controlar?
¿Disidencia o estrategia del oficialismo?
¿Estamos frente a un caso de rebeldía política o simplemente ante una movida digitada por el Ejecutivo? En un contexto donde el intendente Marcelo Matzkin y su asesor estrella Juan Ignacio Novelli tejen alianzas con sectores en apariencia distantes, la jugada de Berni parece menos una ruptura y más una integración silenciosa.
Como hemos dicho en variadas oportunidades desde www.principedelmanicomio.ar, ‘Matzkin no necesita convencer a la oposición. Le basta con dividirla.’
La maniobra es clara: crear una falsa pluralidad, simular debate político, mientras se consolidan los privilegios del poder real.
Del ‘proyecto colectivo’ al proyecto personal
Lo más preocupante no es el accionar de Berni en sí, sino la naturalización del oportunismo político. Concejales que hablaban de proyectos colectivos, de construir espacios con identidad, hoy se aferran a su banca sin explicar por qué rompieron con su espacio.
Si las bancas pertenecen al partido, ¿por qué se las llevan?
La respuesta es brutal: porque en Zárate se ha perdido toda noción de ética institucional. Lo que debiera ser un instrumento para representar a los vecinos se convierte en un bien personal, acumulable, comerciable.
Una postal de la política zarateña actual
- Oposición que no se opone.
- Concejalas que cambian de bloque sin dar explicaciones.
- Mayoría automática que legisla sin control.
- Monobloques que garantizan más cargos y poder.
- Sueldos, viáticos y licencias sin auditoría.
Todo esto sucede en un Concejo que debería ser la caja de resonancia de los problemas reales del vecino: la inflación local, la inseguridad, el abandono de los barrios rurales, los problemas en salud y educación, las irregularidades en licitaciones y contrataciones.
Pero nada de eso se discute.
El alumno que superó al maestro
Cáffaro se había especializado en cooptar opositores.
Matzkin aprendió y perfeccionó el modelo.
En vez de confrontar, los diluye. En vez de absorberlos al oficialismo, los deja ‘oponerse’ desde la comodidad de sus nuevos bloques.
Todo cambia para que nada cambie.