Estoy desesperanzado, abrumado, escéptico, quizás también cansado. Nunca creí que iba a vivir lo que estamos viviendo, nunca creí, a esta altura de mi vida, que esto iba a ocurrir… Que después de casi 42 años de Democracia hayamos retrocedido tanto. Que el país esté gobernado por una Señora y un Señor que no creen en el Estado, que vinieron a destruir el Estado, que no creen en la justicia social, que no creen en la igualdad de oportunidades, que no creen en la salud y la educación pública.

¡Qué lejos! Qué lejos quedaron las palabras y el pensamiento de Leandro N. Alem: “…Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. Sí, que se rompa, pero que no se doble…”. Justamente él, que nunca se dobló, que luchó contra los privilegios de la Oligarquía gobernante, por la justicia social, por el voto universal democrático. Sin embargo, cuántas veces se dobló la U.C.R., aliándose a sectores conservadores y de derecha, a quienes Alem enfrentó. Una U.C.R. que pasó de ser un partido popular, democrático y ético, a ser un partido de minorías, que negocia con el poder de turno, para recoger unas migajas de poder.

¡Qué lejos! Qué lejos quedaron las luchas que llevó a cabo Juan B. Justo, por la emancipación de la clase obrera y la transformación de la sociedad a través de métodos democráticos y reformistas, promoviendo la creación de cooperativas para mejorar la vida de los obreros.

¡Qué lejos! Qué lejos, la defensa de los derechos laborales y sociales que logró imponer Alfredo Palacios: la protección de las mujeres y los niños, la lucha por las 8 horas de trabajo.

¡Qué lejos! Qué lejos, las ideas y la práctica de Juan Domingo Perón, de aquellos principios de Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social, de la promoción de la industria nacional, para desarrollar el mercado interno. El pleno otorgamiento de los derechos laborales y sociales de los trabajadores.

¡Qué lejos! Qué lejos, las ideas de Crisólogo Larralde, que logró incorporar a la Constitución Nacional, en el artículo 14 Bis, los derechos de los trabajadores que habían sido otorgados en la Constitución de 1949, constitución que fue anulada por la reforma conservadora de 1957.

¡Qué lejos! Qué lejos, las medidas de gobierno que llevó a cabo Arturo Illia, en su corta presidencia, ya que fue víctima de un golpe de Estado militar. Trabajando para el crecimiento económico del país, impulsando la industria nacional, favoreciendo a los laboratorios nacionales, a través de la Ley de medicamentos, nacionalizando YPF, anulando los contratos petroleros que había firmado el presidente Arturo Frondizi con el capital
extranjero, invirtiendo en educación y salud pública con presupuestos altísimos.

¡Qué lejos! Qué lejos 1983, cuando Raúl Alfonsín llegó a la presidencia de la Nación, después de los años oscuros de la Dictadura Militar asesina. Su basamento ideológico era que la Democracia significa el reconocimiento del otro, la capacidad de aceptar la diversidad y las discrepancias como condición para que una sociedad sea Libre. Enunciando en 1985 en su discurso de Parque Norte, los tres pilares de su pensamiento: la Democracia Participativa, la Ética de la Solidaridad y la Modernización de las Estructuras Sociales.

¡Qué lejos! Qué lejos… En menos de dos años de gobierno de los hermanos Milei, representando los intereses de las clases dominantes, todas estas ideas, todos estos pensamientos, quedaron y quedan muy lejos, demasiado lejos…

Me despido hasta el año próximo con pocas esperanzas de que algo cambie. Pero aún me queda esa idea de que en algún momento la Sociedad Argentina vuelva a creer en un país para todos, sin distinción alguna, con la ética de la solidaridad. Un país democrático, integrador, con un Estado que se ocupe de todas las desigualdades, para que haya mayor
igualdad social. Un país donde todos vivamos dignamente…