Editorial – Deltacom

En los últimos días, las líneas de comunicación de Deltacom comenzaron a recibir una cantidad creciente de reclamos de vecinos de distintos barrios de la ciudad. El denominador común es claro: los cortes de luz se repiten, no hay aviso previo y la incertidumbre crece.

En zonas como Villa Fox, los habitantes aseguran que los apagones se producen hasta dos veces por día, sin horario fijo y sin una explicación que permita anticiparse. Lo mismo sucede en barrios aledaños, donde además del corte total también denuncian fuertes bajones y subidas de tensión que ponen en riesgo electrodomésticos y equipos esenciales del hogar. El temor a perder lo poco o mucho que cada familia pudo adquirir marca el humor social, ya de por sí desgastado por meses de irregularidades en el servicio.

A esto se suma la preocupación por el alumbrado público, que en las últimas jornadas ha registrado fallas y apagones intermitentes en distintos puntos de la ciudad. Las calles quedan a oscuras y los vecinos advierten una mayor sensación de inseguridad. La falta de iluminación no es un detalle menor: condiciona la circulación, expone a quienes regresan tarde del trabajo y debilita la vida cotidiana de cada barrio.

Pero quizá el punto más inquietante es la ausencia de información oficial. Ni los vecinos ni este medio han recibido comunicados que clarifiquen si se trata de fallas técnicas, mantenimiento programado, sobrecarga del sistema o alguna otra razón que justifique la magnitud de los inconvenientes. En tiempos donde la comunicación debería ser parte de la solución, el silencio termina profundizando el malestar.

La ciudad necesita respuestas. Necesita que los organismos responsables expliquen, planifiquen y, sobre todo, hablen. Porque cuando falta la luz, pero también falta la información, lo que se oscurece no es solo la calle: es la relación entre quienes brindan los servicios y quienes los sostienen todos los meses con su esfuerzo.