Columna de Opinión del Príncipe: Por Eduardo Rivas
Crónica de subsidios improvisados, opacidad institucional y generosidad con billetera ajena
Transparencia en gel: esa que se esfuma con el roce
A esta altura ya no sorprende, pero igual indigna: la transparencia en Zárate es un chiste viejo y sin gracia. No existe. Y cuando asoma, es por error.
Eso sí, cuando se simula, cuando se hace un acting de transparencia, algunos se ponen de pie como si estuvieran cantando el himno, con sentido hondo de pertenencia.
‘¡Qué bueno que informen!’, aplauden.
¿Perdón? Informar es lo mínimo que deben hacer. ¿O ahora la honestidad es un plus?
La verdad, no hay que felicitar a un gobierno por no meter la mano en la lata. Hay que exigirle cuentas claras, siempre. Pero bueno, en este Zárate desmemoriado, si no te roban todo, parece que te están haciendo un favor.
Del agua al barro: subsidios, volantazos y desorientación
Después del desastre de las inundaciones, uno espera que el gobierno esté a la altura. Aunque sea una vez. Pero no. Lo que hubo fue… otro show de improvisación. Y de los malos.
El 21 de mayo, pasadas las tres de la tarde, el intendente posteó que antes de la medianoche iba a contar cuánto se había juntado en la colecta para los damnificados. ¿Y después? Giro total. Cambio de idea. Ahora la plata iba a repartirse únicamente entre quienes habían estado evacuados en los centros municipales.
Es decir, si te salvaste refugiándote en lo de tu cuñado o durmiendo con los pies en una silla, jodete. No calificás.
Lo peor es que el propio Ariel Larralde, secretario de Desarrollo Económico, dijo que hubo 5.000 familias afectadas. Pero los subsidios fueron solo para 45 familias. Sí, leíste bien. Cuarenta y cinco. Como si el resto hubiera tenido una pesadilla nomás, no una inundación.
Fin de la fiesta (de la improvisación)
Horas más tarde, ya de noche, Matzkin cerró la colecta con un posteo. Se acabó. Game over.
¿El total recaudado? $75 millones y monedas. Un número que suena enorme… hasta que recordás que el Municipio no puso un mango. Toda la plata fue donada por vecinos, empresas, clubes, sindicatos, gente común. Y sin embargo, la comunicación oficial hablaba de ‘logro colectivo’. Claro, lo colectivo era el bolsillo de los demás.
Encima, la distribución de la ayuda fue idéntica para todos los evacuados, como si hubieran vivido exactamente lo mismo. Una familia que perdió la heladera y otra que perdió la casa entera recibieron lo mismo: $1.674.701,97. Ni un peso más, ni un peso menos. Porque la solidaridad, en Zárate, se hace con calculadora de supermercado.
La frutilla del postre: versión remixada
Y cuando uno ya pensaba que no podían enredarla más… llegó la segunda temporada.
El 23 de mayo, ya sin X pero sí con Instagram, Matzkin hizo otro posteo. Ahora la ayuda ya no era un subsidio, sino una ‘línea de asistencia económica’. ¿Se devuelve? ¿No se devuelve? Misterio. También se hablaba de entrega de materiales, porque parece que el Excel no alcanzaba.
Y de repente, la cifra recaudada había subido a más de $113 millones. Un salto de $38 millones en 48 horas, sin explicación ni aviso. ¿Sigue abierta la colecta? ¿Alguien depositó por error lo que era para Mercado Pago? Nadie sabe. Y ellos tampoco se esfuerzan por aclararlo.
El Decreto mágico: letra chica, letra invisible
Finalmente llegó el famoso Decreto 266/25. El papelito que buscaba ordenar el caos. O al menos disfrazarlo de institucionalidad.
El decreto fija que se otorgará ese monto específico a ‘familias evacuadas en centros municipales sin otro lugar donde vivir.’ Bien. Lógico. Solo que… se olvidaron de publicar el listado con los beneficiarios.
Pequeño detalle. Como olvidarse de poner la llave en la caja fuerte.
Recién al otro día, y después que hiciéramos notar el ‘error’, subieron el Anexo I. Sin dar explicaciones, ni decir ‘nos equivocamos’. Porque acá, el error no es error si nadie lo nombra.
El Anexo: la hoja donde todo patina
Y ahí apareció el bendito listado. Con 45 beneficiarios.
Pero de esos, solo 20 figuraban en los registros previos del propio Municipio disponibles en sus redes sociales.
El resto… bueno. Algunos parecen reales. Otros, parecen personajes de ficción.
De los 45 vecinos beneficiados con subsidios…
Solo 25 están en el padrón electoral de Zárate.
Cuatro no tienen DNI declarado.
Siete no tienen domicilio. Nada. Cero.
Hay direcciones que se repiten.
Un domicilio aparece como sede de cuatro familias distintas. Otra, de tres.
Hay dos personas con el mismo apellido, direcciones diferentes, pero con la misma numeración.
Hay dos personas cuyos números de documento consignados corresponden a otras personas.
Hay un caso en el que la persona no existe en las bases de documentos.
Y hay uno que no tiene ni nombre completo ni documento. Literal. ¿Cómo se transfiere un subsidio así? ¿Lo buscan con perro? ¿Se lo dejan a un duende?
El otro subsidio que tarda en llegar
En el artículo 2 del decreto, se promete una ‘segunda línea’ de ayuda para los que no fueron evacuados, pero igual sufrieron pérdidas.
Parece justo, ¿no?
Y aunque había prometido que la posibilidad de inscripción estaría disponible el pasado 27 de mayo, dicha posibilidad se retrasó 24 horas.
Pero esa segunda ayuda encima venía con una advertencia: ‘esto no garantiza que recibas nada.’
Dice la planilla a completar ‘Atención: Completar este formulario no garantiza la asignación automática del beneficio. Cada solicitud será evaluada por el equipo correspondiente.’
¿Evaluaron los casos de los 45 subsidios entregados? Si lo hicieron, ¿cómo es que no pueden consignar los datos completos?
Y si fueron tan ‘transparentes’ para presentar los datos, a los ponchazos, de los receptores de los subsidios municipales, ¿por qué no son igual de solícitos respecto a los aportantes?
¿Dónde está la transparencia esa que tanto les gusta mostrar con emojis?
La generosidad, pero que la pague otro
Lo más patético es que el Municipio no puso un peso y sin embargo se adjudica el acto de solidaridad. Encima, lo hizo todo mal: tarde, confuso, con errores groseros y sin pedir disculpas.
Eso sí, las redes estaban al día. Stories, reels, posteos, cifras, hashtag. Pura estética.
Porque al final del día, la única gestión visible fue la del marketing. Lo demás, puro parche.
Todo muy turbio. Todo muy oscuro.
Los campeones de la transparencia demuestran, a cada paso, que no son siquiera amateurs de la temática.
Lo único que hicieron es un pasamanos, aunque pretendieron apropiarse de ello, y con dinero ajeno (casi) cualquiera es generoso.
Un gobierno que pide que le celebren el gesto, pero ni siquiera se hace cargo de la acción.