Por: Jesús Pessi

La disyuntiva de la militancia: Un cuerpo sin alma o la rebeldía de los de afuera.

El peronismo vive su peor momento, porque perdió más que una elección, perdió identidad y mística. Se convirtió solo en un partido político y en una herramienta electoral, y no en el lugar de encuentro de los que quieren construir una patria justa, libre y soberana. El sistema prebendario implementado en los 90 hoy ha convertido a gran parte de la militancia en empleados que no piensan ni discuten, por miedo a perder su fuente de trabajo. Y así llegamos hasta aquí, y sentimos que la militancia es un cuerpo sin alma.

Está más que claro que esto es el mero reflejo de una dirigencia que quiere que nada cambie, porque si nada cambia, nada pasa, y todos podrán sostener sus seudos privilegios. Figuras sin estructuras, sin sueños y sin rumbo. Los de afuera son la única esperanza, los marginados, los invisibles de la patria, héroes colectivos que van más allá de los nombres. Hoy tenemos la responsabilidad histórica de generar una instancia superadora que trascienda a nosotros mismos, que deje el coyunturalismo y el parche permanente, para construir una plataforma de Estado a la altura de los nuevos desafíos y paradigmas de la Argentina y el mundo.